PRENSA 2014

BARBANZA
Las gastronomía evidenció el potencial del mejillón barbanzano
Cabo y Rianxo dieron cabida a exaltaciones del bivalvo; en la cita boirense, políticos y miembros del sector destacaron el papel del sector bateeiro en la economía
MARÍA HERMIDA Ribeira / la voz  11 de agosto de 2014

Comer mejillón tiene un significado especial en Barbanza. El sector bateeiro, estratégico en la economía gallega, da de comer a muchas familias de la zona. De ahí que las exaltaciones gastronómicas de este producto, como las que hubo ayer en Cabo de Cruz y Boiro, estén rodeadas de simbolismo. En Boiro, a las una y media de la tarde, cuando tuvo lugar la inauguración oficial de la cita, había numerosas autoridades relacionadas con el mar, además de, lógicamente, el alcalde boirense. Estaban desde el presidente del Consello Regulador do Mexillón a varios presidentes de agrupaciones pasando por el secretario xeral de la consellería y la nueva patrona mayor. Todos ellos, bien a micrófono abierto bien en los corrillos, insistían en una cuestión: el mejillón gallego tiene un enorme potencial y citas como las de ayer ayudan a hacerlo más que evidente.
En Cabo de Cruz, una localidad donde el sector mejillonero tiene una importancia específica, se sirvieron 4.000 kilos del marisco de las bateas. Los preparó la empresa Inn9 Eventos, que se encargó además de poner toda la intendencia para que un mar de vecinos saboreasen el mejillón. Mientras se degustaba el producto, entre algunas autoridades las conversaciones giraban, precisamente, en torno a los malos tiempos que corrieron el año pasado y que aún colean para el sector bateeiro. Se destacaba, por ejemplo, que flaco favor se le hace el producto asociándolo continuamente con la toxina, porque aunque se trata de algo natural, que siempre hubo, la palabra suena fuerte. En cambio, indicaban distintas voces, se insiste poco en las propiedades culinarias que tiene el producto. Precisamente, ayer sí se demostró que el anaranjado bivalvo puede dar mucho de sí.

La fiesta del mejillón de Cabo de Cruz entierra las «enchentas» sin glamur
El molusco, en coquetas cajas de madera; tarritos de cristal con las viandas y los cubiertos, atados con una finísima puntilla de Camariñas
MARÍA HERMIDA 11 de agosto de 2014

Los cubiertos llevaban una vitola de encaje de Camariñas. M. FERREIRÓS
A los gallegos se nos podrá ganar en muchas cosas. Pero en preparar comilonas no. Organizar fiestas gastronómicas y dejar los estómagos a rebosar nos sale de dentro desde siempre. Pero ahora resulta que también sabemos hacerlo con glamur, sin que por medio haya mesas desaliñadas y bandejas de las que chorrea salsa. Todo ello se evidenció ayer en la exaltación del mejillón de Cabo de Cruz, en Boiro.
El rey de las bateas se servía en coquetas cajas de madera. Los tarritos donde venían las viandas eran de cristal. Y, ojo al detalle, los cubiertos se ataban con una finísima puntilla de Camariñas. ¿El precio? Diez euros por una bandeja que incluía mejillón al vapor, en salsa marinera, en empanada y en ensalada maridado con pulpo y habas de A Lourenzá. Todo ello con los envases y un plato conmemorativo de regalo. Sobra decir que fue un éxito.

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